La educación en el tiempo libre, éste es simplemente un marco de trabajo. Un
marco con unas características distintivas (voluntariedad, etcétera), pero que no es en sí el
objetivo. Es el ser humano el que ha de ser libre, no el tiempo.
La perspectiva es, por tanto, integral: se educa desde (durante) el tiempo libre persiguiendo
cambios globales; el tiempo libre es el medio en el que se desarrolla un proyecto de animación
centrado en la persona. De ahí que el acento se ponga en el grupo y las relaciones
interpersonales, para lo cual, las diversas actividades son importantes pero secundarias.
Lo esencial en la educación del tiempo libre es que se buscan una serie de valores humanos
que no son destacados por otro tipo de ofertas sociales:
- La posibilidad de expresión y creación cultural.
- La posibilidad de lo lúdico y lo festivo.
- La posibilidad de enraizamiento con la cultura popular y la comunidad social inmediata.
- La posibilidad de una convivencia gratuita con otros.
- La posibilidad de un profundo conocimiento de sí mismo, de las propias limitaciones y
contradicciones y a la vez de las propias posibilidades. - La posibilidad de generar un estilo de vida distinto del propuesto por la sociedad y
particularmente a través del tiempo libre.
- La posibilidad de efectuar un análisis crítico de la posición de uno ante sí mismo, los
demás y las cosas. - La posibilidad de contraer un compromiso social, política, humanista (Pedró, F. 1984).
En definitiva: reencontrar las posibilidades humanas a través del tiempo libre como ocasión
propicia para hacerlo. Considerar el tiempo libre no como un lugar espacio-temporal que exige
el desarrollo de unas actividades, sino, sencillamente, como marco, una ocasión que permite
una recuperación de lo humano.
FUENTE:https://www.rafaelmendia.com/mendia/Hemeroteca_files/IS19918343350.pdf
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