El conejo de Pascua es un personaje que aparece como un conejo, que, según la leyenda, trae canastas llenas de huevos de colores y dulces a los hogares de los niños, y por ello tiene similitudes con Papá Noel, ya que ambos traen regalos a los niños en la noche antes de su día de fiesta correspondiente.
Aunque sus orígenes no están muy definidos, se supone que la elección del conejo se debe a su prolífica capacidad de procreación, de gran valor simbólico en una temporada de fiestas dedicadas a la fertilidad de la tierra tras el invierno.
Su uso se remonta a pueblos antiguos del norte europeo, que veían en la liebre un símbolo: sus fuertes patas traseras le permiten moverse siempre hacia arriba con facilidad, mientras que sus débiles patas delanteras le dificultan el descenso.
Otro posible origen del conejo de Pascua sería Sajonia, donde se honraba a la diosa Eostre en primavera. La liebre es el animal emblemático de la diosa, y se mantuvo asociada con la Pascua. Del mismo modo, en las tradiciones celtas y escandinavas, la liebre era el símbolo de la diosa madre.






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